Salud mental y productividad en el trabajo

Hablar con un especialista puede ayudarte a mejorar

Frecuentemente se escucha decir que los problemas debemos dejarlos en casa y no llevarlos a nuestro lugar de trabajo, que esto no debe influir en nuestro ambiente laboral, dejándolos en pausa o guardándolos en un cajón mientras nos hacemos cargo de eso.  Comúnmente, en países como el nuestro este tipo de frases se oye continuamente para no poner en peligro el puesto laboral, debemos o estamos obligados a concentrarnos no dejando que nuestras emociones nos obstaculicen o tomen control de nosotros.

Debemos ser empáticos y saber que esto es muy difícil, sino casi imposible, que al tener un problema de cualquier índole nuestra mente está más propensa a distraerse y existe la posibilidad de que el trabajo elaborado no sea igual a cuando nos encontramos emocionalmente estables. Debe quitarse el estigma de que esta situación es un escándalo o algo inapropiado. En nuestra condición de humanos esto es totalmente normal y por supuesto que hay una incidencia en el resultado de nuestro trabajo; ya sea en su ejecución, en nuestro rendimiento o incluso se puede sentir en el ambiente con nuestro equipo de trabajo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que la depresión y la ansiedad tienen unas repercusiones económicas importantes: se ha estimado que cuestan anualmente a la economía mundial US$ 1 billón en pérdida de productividad. Este tipo de información no debería sorprendernos, ya que somos seres regidos por nuestras emociones, la mayoría del tiempo. De acuerdo con más datos arrojados por la OMS, una de cada cinco personas puede sufrir de depresión, ansiedad, trastorno bipolar o trastorno por déficit de atención en sus mejores años de trabajo. Por su parte, según un informe de Deloitte Centre for Health Solutions “Workplace mental health and wellbeing”, los síntomas de mala salud mental se manifiestan en el 84% de los empleados de forma física, psicológica o comportamental. Síntomas como la depresión pueden dar como resultado cinco días de trabajo perdidos y 11.5 días de productividad reducida cada tres meses, lo que cuesta 200 millones de días de trabajo perdidos anualmente en los EE. UU. Lo que resulta en una pérdida total de productividad de $ 17 a $ 44 mil millones.

¿Cuáles son los riesgos de no tratar adecuadamente el factor salud mental en el trabajo tanto del trabajador como del jefe o patrono? Absentismo laboral, ineficiencia en las gestiones y comunicación, escaso poder de decisión del trabajador, disminución en su productividad, deterioro emocional, horarios rígidos, falta de empatía de los altos mandos o colegas, falta de claridad en las áreas u objetivos organizativos, relaciones laborales perjudicadas, ambiente tenso o negativo, disconformidad en el trabajo, síntomas de afecciones físicas o agravio en la salud mental integral, aumento de accidentes, conflictos laborales, retiro prematuro, alta rotación laboral, entre otros.

¿Entonces, qué podemos hacer para que nuestro lugar de trabajo o, incuso, nosotros mismos no nos veamos complicados o ensombrecidos por este tipo de situaciones? 

En el lugar de trabajo; crear un ambiente de empatía y cordialidad así como de aspectos positivos, exaltar las cualidades y capacidades del personal, mostrarse prudente pero atento a los sentimientos de los trabajadores y sus problemas personales, brindar beneficios profesionales a favor de la salud mental para los empleados.

A los encargados de mandos medios y altos; se les recomienda ser muy observadores y perceptivos, utilizar el método de “puertas abiertas” y que el empleado sepa que puede acercarse para exponer su malestar, motivar de la forma adecuada, propiciar el trabajo en equipo, las buenas relaciones, mejorar la política de ayuda y apoyo al empleado como a sus familiares a través de programas de beneficio o esparcimiento, promover el crecimiento profesional de cada individuo de la empresa o institución, conocer las necesidades de cada trabajador y las oportunidades de que dispone, conocer las fuentes de apoyo a las cuales puede recurrir la persona para pedir ayuda, promover la participación del personal en las decisiones, transmitir una sensación de control y de participación e implantar prácticas en la organización que promuevan un equilibrio saludable entre la vida laboral y personal; reconocer y recompensar la contribución del personal, flexibilidad y asertividad al abordar un problema, combatir el estigma y fomentar la discusión abierta sobre salud mental en el trabajo, modificar los factores de riesgo del estrés en el trabajo, dotar a todos los miembros de la empresa o institución de charlas, talleres, seminarios para conocer sobre problemas mentales, entre otros.

En cuanto al trabajador y colega; buscar la ayuda una vez se presente un problema que no pueda manejar, tener la disposición de ser ayudado y apoyar a quien esté sufriendo para que busque la ayuda necesaria, comunicar de una forma adecuada algún sentimiento que pueda estarle afectando en lo personal o profesional, no contaminarse de pensamientos negativos, tratar de encontrar soluciones a lo que esté afectándolo, ayudar a reconocer los signos del estrés, ansiedad o depresión; incluyendo la tristeza excesiva, la desesperanza, la pérdida de interés en actividades y los cambios de apetito o de sueño en sus compañeros  u uno mismo,  hablar con su empleador sobre sus necesidades emocionales, practicar la resiliencia y auto-cuidado, tomar las precauciones adecuadas para que su trabajo no se vea perjudicado, buscar ayuda profesional en caso de ser necesario y educarse sobre el diagnostico emitido.

En el mundo tan cambiante en que vivimos debemos ir rompiendo ciertos mitos, tabúes y paradigmas sobre la salud mental. Un ambiente laboral sano, equilibrado y el asertivo liderazgo de seres humanos empáticos con ellos mismos y con los demás, deberían ser considerados como los principales recursos y aliados para empleados y empleadores. Es hora de ir haciendo pequeños cambios en nuestro ambiente de trabajo, desde la trinchera de cada uno, ya sea como jefe o como dependiente, pero a paso firme. Si logramos entender que es un ganar-ganar y lo ponemos en práctica, no hay ninguna duda de que como consecuencia tendremos y seremos trabajadores más felices y productivos.

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