Lo que duele más que el duelo
También mencionábamos en nuestras publicaciones anteriores que existe evidencia investigativa que confirma sobre los espectros emocionales desagradables que se pueden agudizar en esta época. Una de las principales razones por las que se da este fenómeno es la creencia construida socialmente que afirma que la Navidad y el Año Nuevo son una época de alegría y esperanza, lo cual fácilmente lleva a la generalización y a olvidarnos de los matices.
En el caso del duelo, el componente social también es un factor determinante en la forma en cómo lo sobrellevamos, específicamente en las ideas que hemos construido en torno al mismo. Veamos por ejemplo los hallazgos encontrados por Nancy Moules, académica en duelo y pediatría oncológica, y asociados, en torno a un caso clínico de una madre que se consideraba a sí misma como “anormal” por no haber “superado” aún el duelo por el fallecimiento de su madre cuando ella tenía 7 años. Estudiando a la persona se descubre que una creencia que ella tenía es que el duelo debe ser resuelto y superado. Este mandato social, y su propia experiencia de dolor en torno a su pérdida, se entremezclaban deviniendo en la percepción de que era incapaz de superar la muerte de su madre, lo cual le causaba aun más sufrimiento.
Así, la académica y su equipo destacan que, si una persona posee esta creencia, probablemente pensará que el duelo tiene un periodo normal para ocurrir y que luego de eso debe terminar. Y así si su dolor no encaja con este periodo de tiempo, la persona creerá que hay algún problema en ella. En palabras simples: más que el duelo, lo que generará incomodidad o disgusto en la persona es la expectativa no cumplida en torno a la forma en cómo está sobrellevando una pérdida.
Una forma más saludable de vivir el duelo
Cuando se intentó trabajar con los significados en torno al duelo con esta paciente, un punto fundamental fue plantearle cómo seria imaginarse que los sentimientos en torno a su pérdida siempre estarán ahí, algunas veces más presentes que otras, pero siempre como un recordatorio de que en esa relación hubo amor. Esta es una forma más saludable, orgánica y auténtica de vivir un duelo: no obligarnos a que deje de doler sino escucharnos a nosotros mismos qué tanto sigue doliendo y si poco a poco ese dolor se está convirtiendo en un más que doler, extrañar a la persona amada.
Es importante distinguir el dolor por autoflagelarnos al seguir sufriendo una pérdida, del dolor propio de la pérdida en sí, e identificar si este último está siendo demasiado insidioso o perjudicial en nuestra vida cotidiana, puesto que en este caso sí estaríamos necesitando con prontitud de ayuda profesional. De cualquier manera, recuerda que no necesitas “estar mal” para recibir acompañamiento terapéutico con Continúa, si estás atravesando un duelo y quieres empezar tu proceso terapéutico desde donde te encuentres y en los horarios que quieras, obtén más información aquí clic acá.
La ambivalencia de la Navidad y el Año Nuevo
Con todo, durante en duelo en las fiestas pudiera existir una doble presión en lo que respecta al duelo: por un lado tenemos la presión social de tener que celebrar y disfrutar las fiestas, y por otro la presión de que “ya va siendo tiempo” de que nuestra pérdida no duela tanto. Todo esto sobre una base emocional difícil: el dolor de no poder compartir esta época de fiestas con nuestro ser querido.
A pesar de ello y paradójicamente, estas épocas particularmente difíciles para el duelo, muchas veces pueden ser un tanto más llevaderas poniéndonos un tanto a tono no tanto con lo socialmente esperado o lo publicitariamente vendido sobre el significado navideño, sino con aquellas tradiciones y rituales que puedan acoger nuestras emociones de dolor con compasión.
De hecho, en un estudio realizado por el psicólogo social chileno Darío Páez y colegas, en el 2011, con una población de jóvenes universitarios estudiantes de psicología, se descubre que existe una correlación entre el bienestar y la satisfacción con los rituales sociales propios de las festividades aumentando la sensación de apoyo social y reduciendo la soledad al practicar los rituales navideños que tienen relación justamente con la interacción con nuestros seres queridos; esta misma correlación se da a la inversa: las personas que tienen sentimientos conflictivos con las fiestas, experimentan un impacto negativo en el bienestar.
¿Cuál es la clave?
Estos hallazgos aparentemente suenan contradictorios con lo que teóricamente los investigadores habían encontrado y con lo que nosotros proponíamos en nuestro primer blog (que las fiestas navideñas están asociadas con estrés y un incremento del malestar), pero si vamos a lo profundo, no son cosas que se contradigan entre sí.
En pocas palabras: Tanto nuestro sufrimiento con el duelo como nuestro sufrimiento con las fiestas radica en que nos obligan u obligamos a nosotros mismos a estar bien (a disfrutar las fiestas o a superar el duelo), más no radica en sí en la pérdida de ese ser querido o en las fiestas navideñas. Ciertamente, el perder a alguien duele, y las trabazones navideñas agotan y ponen de mal humor, pero se vuelve aún peor si nos obligamos a que ya no duela nuestro ser querido, o a estar contento cantando villancicos atascados en el tráfico tras hacer compras navideñas por compromiso.
¿Cuál es la clave entonces? Esta muy bien nos la mencionan los psicoterapeutas contextuales Francisco Montesinos Marín y Marisa Páez Blarrina:
… podemos acoger la nostalgia que nos está visitando, y en lugar de darle la espalda, darle la bienvenida serenamente. Y, puesto que lo normal es que esté presente en estas fechas, aprovechar dicha presencia para hablar con los nuestros de quienes no están y recordarlos, y de lo que sentimos al hacerlo…De este modo podemos encontrar un nuevo sentido a las reuniones familiares si, en lugar de proponernos como objetivo divertirnos, nos planteamos simplemente estar juntos, intercambiar afecto y apoyo, estrechar lazos, tener presentes a los que faltan, y compartir la nostalgia y la tristeza del mismo modo en que antes se compartió la alegría.
De esto se trata. Rodearnos en la medida de lo posible de nuestros seres queridos que sabemos podrán recibir con un poco de comprensión y respeto nuestras emociones (ya hemos hablado que aún y al ser nuestra familia o seres queridos, puede que no todas estas personas sean las más idóneas para acompañar nuestro dolor).
¿Qué más podemos hacer?
Finalmente, te compartimos unas formas super prácticas y concretas para llevar a cabo todo lo que hemos platicado. Recuerda: haz tuyas cada una de estas técnicas, ninguna tiene por qué funcionarte al pie de la letra. Recuerda además que en nuestro artículo anterior también publicamos otras técnicas útiles.
- Reúnete con tus seres queridos. Sí, reúnete. Reúnete con quienes no te exigen cierto nivel de energías para aprobarte. No te aísles, pero tampoco te exijas ser el alma de la fiesta si tu estado de ánimo te pide un poco más de calma.
- Crea nuevos recuerdos inspirados en quienes ya no están. La paciente que mencionamos al principio de este blog sufría mucho en navidad por no tener tantos recuerdos de las fiestas con su madre, el grupo de profesionales le recomendó que en cambio creara nuevos recuerdos memorables con sus hijos. Puede que tu ser querido ya no esté, pero quizás sí tengas ciertos recuerdos (de Navidad u otras épocas) con él que bien te pueden ayudar a tener ideas para generar nuevos momentos inolvidables para ti y tus otros especiales, y así mantener su memoria.
- Visita el memorial de tu ser querido. Guarda un espacio en tu víspera navideña o de año nuevo para irle a dejar flores o una carta a ese ser querido en el sitio donde le dijiste adiós a su presencia física, o incluso puedes encender una vela en su nombre en la mesa de la cena familiar.
- Cuida tu salud. Sufrir la pérdida de alguien, duele. Y, como ya sabemos, si algo duele, lo hace en totalidad, sin dividir la parte física con la mental o emocional, pues son un todo. Por tanto, tal cual una herida en tu cuerpo requiere cuidado y protección, protege tu salud emocional con hábitos saludables. No consumas demasiado alcohol, no te atraques de comida si sabes que le puede hacer mal a tu intestino o a la sensación general de tu cuerpo, duerme regular y suficiente los días previos a las fiestas nocturnas, y mueve tu cuerpo un poco (al menos del parqueo a la tienda de ropa, sácale provecho a que no hay parqueos cerca porque todos los centros comerciales están muy llenos).