Pregúntale de qué manera puedes estar
El “no sentirse bien” suele ser considerado como un problema, no se diga el tener un padecimiento mental, que, justamente, es considerado como tal porque genera mucho malestar en la persona que lo experimenta. Debido a este malestar que generan y al paradigma médico bajo el cual se comprenden, es natural que muchos y muchas pensemos que, frente a un padecimiento mental, o yéndonos no muy lejos, frente a alguien que no se siente bien, la idea es curarlo tal cual una enfermedad física; y por ello pensamos en soluciones en esa línea.
Lo cierto es que aquí estamos dando por sentado que nuestro amigo o familiar lo que fijo necesita de nosotros es que brindemos soluciones, solemos pensar que cuando alguien nos está contando al respecto lo que espera de nosotros es un consejo sobre cómo eliminar o solucionar la problemática, cuando muchas veces esto no es así. Y es por ello que la llave mágica para querer, más que ayudar, estar para alguien es consultándole de qué manera lo podemos hacer. Algo tan aparentemente sencillo pero que hay que intentarlo hacer genuinamente bien. Puedes comenzar con un:
Me gustaría saber de qué manera te gustaría que esté para ti, y si hay algo en que pueda ayudarte.
Al preguntar estás evitando asumir lo que la otra persona necesita, y puedes tener mayor claridad de cómo estar para ella; aparte que con la pregunta estás evocando en la persona un momento para escucharse a sí misma, sus deseos y sus necesidades, algo que muchas veces olvidamos hacer en la vertiginosa rutina que llevamos.
Con su respuesta podrás saber si lo que la persona necesita o quisiera de ti es una plática, un consejo, tu perspectiva de la situación, o simplemente compañía, un abrazo, etc. Con esta información pudieras entonces saber cómo estar de la mejor manera para esa persona.
Escuchar sin juzgar
Hay múltiples condiciones mentales que son crónicas, cuya estrategia no consiste en extirpar o eliminarla del mapa sino en aprender a vivir a pesar de la condición. Es por ello que muchas veces la persona solo necesita expresar sus sentimientos con alguien, ser escuchada, y, sobre todo, comprendida. Cuando el padecimiento mental es crónico, esta persona tiene un listado de consejos en su bolsillo, sea porque alguien se los dio sin consultar o porque ella misma lleva años buscando estrategias y soluciones para sobrellevar su condición.
Pero si esta persona lo que necesita es que seamos buenos escuchas, ¿cómo lo hacemos? Claro, estamos tan acostumbrados a que nuestra forma de ayudar es dar consejos que al pensar en otras maneras no sentimos un poco perdidos.
En los años 60’s los psicólogos Truax y Carkhuff, como muchos otros terapeutas de la época, se dieron a la tarea de crear instrumentos psicométricos que permitieran evaluar, entre otros componentes necesarios en una relación de ayuda, el nivel de empatía que los y las psicoterapeutas lograban con sus pacientes. A pesar de las críticas sobre la validez psicométrica de estos instrumentos, a partir de una segunda revisión de Carkuff se genera una escala muy ilustrativa donde se describen 5 niveles de empatía, los cuales revisaremos para que puedas aprender cómo transitar de querer ayudar a alguien dando consejos, a un nivel más profundo de acompañamiento:
Nivel 1
El nivel uno se trata de una respuesta poco empática con las emociones y la experiencia de la otra persona, puesto que estamos respondiendo desde nuestros propios esquemas. Muchas incluso implica invalidar emociones, y no intentar comprender cómo esta persona pudiera estar viviendo emocionalmente la situación que nos comenta, pues estamos centrados más en nuestra propia percepción y perspectiva de la situación.
Cuando estamos en este nivel, solemos sonar así:
“Yo creo que no es para tanto, quizás estás exagerando”
“Hay personas que la están pasando peor, quizás no estás tan mal como crees, pudieras tratar de ver lo bueno”
“Trata de que no te afecte tanto”
“Yo lo que suelo hacer cuando me siento así es…”
Nivel 2
Este nivel es un intento genuino por comprender la situación de la otra persona y cómo se está sintiendo, sin embargo, no resulta de mucha ayuda, ya sea porque no comprendimos del todo bien los sentimientos y emociones de esta persona, o porque al hacerlo, caímos en la tentación de aconsejar. Suele ser la forma más frecuente en que solemos interactuar cuando hablamos con alguien.
Cuando estamos en este nivel, solemos sonar así:
“Te alteraste demasiado porque te respondió mal tu papá” (cuando la persona ha expresado que le dio mucho miedo la respuesta de su papá)
“Ya vas a ver que ya pasará”
“Acuérdate que ayuda mucho mantener una mente positiva”
“A mí algo que me sirve cuando me pasa eso es…”
Nivel 3
En este nivel puedes sintonizar con las emociones e interpretaciones de la persona frente a un acontecimiento. Tus palabras son distintas a las que ella usó, pero son equivalentes y sobre todo se percibe en ellas compresión y empatía. Aprender a acompañar a una persona con una condición mental desde este nivel ya es de muchísima ayuda y marca una gran diferencia con el común de respuestas poco empáticas que esta persona probablemente ha recibido. Si tu familiar o amigo te ha pedido que únicamente le escuches y acompañes, intentar llegar a este nivel va a ayudar muchísimo.
Cuando estamos en este nivel, solemos sonar así:
Tu amigo o familiar: estos días no tengo nada de ganas de salir de la cama, no encuentro razones por las que valga la pena forzarme a pretender que todo está bien.
Tú: Hoy es un día difícil. No encuentras un porqué presionarte a estar bien.
Nivel 4 y 5
Estos dos últimos niveles son intervenciones que se usan más en un ambiente terapéutico, donde la persona y el profesional en psicoterapia han acordado profundizar en sentimientos y significados con el objetivo de comprender lo que está detrás de las emociones, sentimientos y significados que la persona comparte. Este tipo de intervenciones, por tanto, no sería adecuado que en tu cualidad de amigo o familiar intentes llevar a cabo en tu día a día, y de hecho eso trataremos en nuestro último punto.
Recuerda tu rol: acompañar, no ser superhéroe
Al ver sufrir a una persona que queremos mucho, es natural que queramos ayudar lo más que podamos, y muchas veces en nuestro afán por hacerlo queremos actuar de doctores, terapeutas o incluso de acompañantes espirituales. Pero recuerda el punto uno: no se trata de lo que tú deseas, sino de otros dos aspectos. Primer aspecto, ya lo platicamos: se trata de hacer lo que la persona a quien quieres ayudar necesita de ti; segundo aspecto: se trata de hacer lo que por principio de realidad puedes hacer en tu rol de amigo o familiar.
Un amigo, un hermano, un hijo, un padre o madre de una persona con un padecimiento mental establecen un vínculo con esa persona que está en sintonía con ese rol que poseen, no son los responsables de “curar” a esa persona o brindarle tratamiento, sino de acompañarla en su propia búsqueda de tratamientos y profesionales adecuados.
Haz lo que puedas hacer desde tu propio rol, recordando siempre consultarle a la persona lo que desea de ti, sin asumirlo antes. Y si esta persona te consulta por una propuesta de solución o si esta persona solicita ayuda, recuerda que frente al malestar emocional acudir a profesionales siempre será lo recomendable. Como ya sabes, en Fundación Continúa ofrecemos psicoterapia online a precios accesibles para ayudar a tu familiar o amigo.
P.D: En este post nos enfocamos en tres herramientas comunicacionales concretas con las que puedes escuchar de mejor manera a tu amigo o familiar que padece una condición mental; pero existen muchísimas otras formas en que puedes acompañarle y ayudar, dependiendo de su condición, y de hecho muchas veces el terapeuta de tu familiar o amigo necesitará de alguien más de apoyo en el tratamiento dándote indicaciones concretas de cómo puedes ayudar desde tu rol y posibilidades. De esto hablaremos más adelante, así que quédate pendiente de nuestras siguientes publicaciones; y si nos quieres seguir leyendo, dando clic acá aprenderás otras formas a través de las cuales puedes acompañar a un amigo con depresión.