La psicóloga Eyleen Bonilla, en su charla sobre autodiagnóstico y redes sociales para el III Simposio de ALAPCCO realizado este año, ilustra cómo en las redes sociales se ha vuelto cotidiano que personas particulares o personas con un diagnóstico se graben a sí mismas contando su experiencia con el padecimiento, o incluso interpelando a que el espectador del video haga una auto revisión rápida de síntomas en su propia vida, para identificar un posible cuadro patológico.
Para comprobar esto decidí googlear “bipolar disorder tiktok” y “trastorno bipolar tiktok”, y a pesar que sabía lo que encontraría, no dejé de sorprenderme: es increíble la cantidad de perfiles que existen con las características señaladas por Eyleen, muchos de estos presentándose a sí mismos como persona diagnosticada, pero de muchos otros no pude tener ni mínima idea sobre quién es la persona que me está hablando de trastorno obsesivo compulsivo, ADHD, trastorno bipolar, depresión y hasta autismo, ¡todo en un mismo perfil!
No descarto el potencial valor psicoeducativo que esta difusión de información sobre condiciones mentales pudiera tener, pero sí que es cierto que esto se puede lograr solo a partir de ciertos parámetros de control de calidad de la información, cosa que difícilmente se logra cuando cualquiera con smartphone puede tener un perfil de tiktok y hablar de casi cualquier cosa. Y así: ¿quién nos garantiza que esa persona que se presenta a sí misma como persona con depresión fue diagnosticada adecuadamente? ¿o quién nos garantiza que ese “psicólogo” que nos habla sobre trastorno bipolar tiene suficiente experiencia con pacientes de este tipo como para hacer con propiedad un tiktok sobre “los 5 síntomas de la bipolaridad que no son tan evidentes”? Más aún tomando en cuenta que el trastorno bipolar es uno de los espectros mentales con mayor comorbilidad y polimorfia que existe, tal como lo afirmó el doctor en psicología Héctor Fernández Álvarez en su ponencia sobre el trastorno, en el simposio antes mencionado.
En este proceso de popularización de los trastornos mentales a través de las redes sociales es que pueden devenir fenómenos como el autodiagnosticarnos con ciertos padecimientos o el simplificar, en un clásico teléfono descompuesto, ciertos rasgos, criterios o síntomas del mismo.
Así, simplificar ciertos síntomas y volverlos parte de nuestra habla cotidiana puede devenir en que normalicemos el malestar propio de quien sí padece el cuadro clínico como tal, y que incluso creamos comprender cómo se siente esa persona porque pensamos que nosotros vivimos algo similar; esto pudiera generar una sensación de incomprensión en la persona e incluso pudiera percibir que sus síntomas son minimizados, produciendo un efecto contrario a concientizar.
Es por esta razón que queremos ilustrarte dos ejemplos de cómo denominamos con el nombre de un padecimiento mental a ciertos comportamientos cotidianos, explicándote en qué consiste en sí el cuadro a partir del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su versión quinta, o mejor conocido como DSM-V, el manual base en materia de diagnóstico para los psicólogos clínicos:
“Tener un TOC” por decir “soy un tanto obsesivo con…”
Muchas personas piensan que, al ser extremadamente ordenados, sentir placer al alinear cosas, o evitar tocar las líneas del pavimento, están teniendo un comportamiento obsesivo-compulsivo. Sin embargo, dentro de los criterios diagnósticos de esta condición hay dos fundamentales que distinguen a una persona con altos estándares de orden o ciertos rituales que le resultan placenteros, de una persona con un padecimiento mental: la racionalidad y funcionalidad del acto.
Si tú eres una persona extremadamente ordenada, pero al hacer rituales en relación a ello, más que evitarte malestar y angustia, en realidad lo que recibes es placer, y además el realizarlo no interfiere con tu vida cotidiana (lo productivo que eres en el trabajo, tu bienestar emocional y físico, tus relaciones interpersonales), entonces no “tienes un TOC”, ni mucho menos serás diagnosticado con el trastorno.
Las personas que son diagnosticadas con Trastorno Obsesivo-Compulsivo son personas cuyos rituales o actos responden a pensamientos verdaderamente intrusivos, molestos y angustiantes, lo que el manual denomina como “obsesiones”, y dichos actos no necesariamente guardan relación directa con esos pensamientos. A su vez, los actos (que el manual denomina como compulsiones) requieren más de una hora diaria para quien lo realiza e incluso el realizarlos empieza a afectar la vida laboral y social de la persona. Así que, si este no es tu caso, recuerda: no te autodenomines como “alguien con TOC”.
“Ser bipolar” por decir “tengo constantes cambios de humor”
Muchas personas creen que el ser bipolar es algo así como un rasgo de personalidad: alguien que constantemente tiene cambios de humor y que en un momento del día está feliz, y en otro momento puede estar molesto. Lastimosamente, nada más lejos de la realidad.
En este tipo de trastornos no se está hablando de tristeza y felicidad, se está hablando de depresión y manía o hipomanía, lo que implican dos cuadros sintomatológicos mucho más perjudiciales para una persona que una alegría o tristeza común. Así, una persona con bipolaridad es alguien cuyo episodio de depresión o manía está presente durante la mayor parte del día, por varios días, y cuyas características afectan de sobremanera su funcionalidad. En el caso del episodio depresivo la persona experimenta grandes sentimientos de inutilidad y culpa, y una falta de placer, concentración e interés por sus actividades diarias; en el episodio maníaco la persona es incapaz de concentrarse en lo verdaderamente importante por su alta actividad tanto cognitiva como motora, que puede incluso llevarla a tener comportamientos nocivos o improductivos.
Ahora ya lo sabes: ser bipolar no es levantarte muy feliz y animado por la mañana, experimentar molestia por el mediodía, e irte a dormir desganado; y tener un TOC no es tener la necesidad irremediable un domingo por la tarde de ordenar tu ropa en distintas categorías. En el ámbito de la salud mental, lo más importante de conocer a qué significados y síntomas aluden los términos que ocupamos es poder comprender cuáles son los tratamientos más adecuados, y así poder generar estructuras de bienestar en las personas afectadas por estos padecimientos.
Y he ahí la importancia de utilizar cuidadosamente nuestro lenguaje y la información que difundimos. Porque incluso teniendo manuales tan útiles como el DSM-V, la expresión de los cuadros clínicos siempre será única e irrepetible en cada persona, y por ello la evaluación uno a uno, en vivo y acompañado de un profesional de la salud mental nunca se podrá sustituir por un manual diagnóstico, un reel, un tiktok o incluso este artículo web.